La MLB se viste de luto tras la desafortunada noticia del fallecimiento de la leyenda Willie Mays, a la edad de 93 años. Según múltiples fuentes, Mays falleció pacíficamente la tarde de este martes, tal y como informó la cuenta oficial de los Gigantes de San Francisco, equipo del cual es una leyenda y miembro del Salón de la Fama. Aunque es una noticia entristecedora para todos sus allegados, saber que partió en paz brinda un consuelo a sus seres queridos.
Willie Mays, nacido el 6 de mayo de 1931 en Westfield, Alabama, dejó una huella imborrable en el béisbol con una carrera que abarcó 22 temporadas desde 1951 hasta 1973. Comenzó su carrera profesional con los New York Giants, destacándose rápidamente por su habilidad tanto ofensiva como defensiva. Acumuló un impresionante total de 660 jonrones, 3,283 hits y un promedio de bateo de .302, cifras que reflejan su destreza como bateador y su consistencia a lo largo de los años.
A lo largo de su carrera, Willie Mays fue seleccionado para el Juego de Estrellas en 24 ocasiones, demostrando su excelencia y popularidad constante entre los fanáticos y sus compañeros. Además, ganó 12 Guantes de Oro, consolidándose como uno de los mejores jardineros centrales defensivos de todos los tiempos. Sus dos premios MVP de la Liga Nacional, en 1954 y 1965, son testimonio de su dominio en el béisbol durante su época.
Uno de los momentos más memorables de su carrera es “The Catch” (La Captura) durante la Serie Mundial de 1954, una atrapada espectacular considerada una de las mejores jugadas defensivas en la historia del béisbol. Esta jugada mostró la destreza y agilidad excepcionales de Mays, cambiando el curso de los juegos y cimentando su reputación como un jugador capaz de realizar lo imposible.
Fuera del campo, Willie Mays se destacó por su carisma y contribuciones a la comunidad, convirtiéndose en un verdadero embajador del béisbol. Su inclusión en el Salón de la Fama del Béisbol en 1979 fue un reconocimiento merecido a su increíble carrera y su impacto en el deporte.
Willie Mays es más que una leyenda del béisbol; es un símbolo de excelencia, dedicación y pasión por el juego. Su legado continúa inspirando a nuevas generaciones de jugadores y fanáticos, y su número 24 seguirá siendo sinónimo de grandeza en el béisbol.
